La inteligencia artificial (IA) está trasformando drásticamente todos los ámbitos de nuestra vida: realizar trabajos, redacción de artículos, informes, incluso creación de modelos artificiales para patrocinar productos de belleza, aunque no seamos conscientes hoy en día existen implicaciones de IA en casi todo lo que nos rodea y la sanidad no es un sector que se queda a parte, al contrario, cada vez existe mas y mas implicación lo que conlleva dilemas éticos y de privacidad extremadamente difíciles de solventar y limitar. ¿Hasta que punto estamos dispuestos a llegar para mejorar nuestra salud?
Para que la IA funcione necesitamos algoritmos complejos, cuanto mas complejo sea el algoritmo mayor capacidad de independencia y efectividad tendrá el sistema, a su vez cuantos mas datos y de mayor calidad disponga mayor será su capacidad de actuación. De cara al paciente esto implica una exposición nunca antes vista de información personal y extremadamente íntima; desde todos los datos médicos estándar, cribados y análisis genéticos, estilos de vida, incluso la capacidad de monitorizar a tiempo real pulseras inteligentes para saber cuanto tiempo caminamos, pulsaciones, saturación de oxigeno, cuando y cuanto dormimos… en definitiva un control absoluto de nuestros biorritmos. ¿Todo vale por nuestra salud?
Todos estos datos sin duda ayudarían a automatizar muchos procesos, agilizar la asistencia, reducir tiempo de espera y costes, mejorar la calidad de la sanidad, por contrapartida existe una inmensa exposición del paciente y su privacidad ¿Quien tiene acceso a esos datos? ¿Como están protegidos? ¿Y si existe un ciberataque? ¿Si nuestros datos son tan valiosos, cuanto dinero valen? ¿Existirá un mercado negro de datos biológicos y médicos de utilidad para empresas privadas?
Sin duda disponer de un reloj con el cual una persona de la tercera edad con tan solo apretar un botón pueda advertir a emergencias que se ha caído, se encuentra mal o que un algoritmo monitoreando su frecuencia cardíaca las 24 horas del día pueda anticipar un infarto o un problema vascular es una ventaja tecnológica que puede salvar vidas, de igual modo es un campo donde debemos ir con pies de plomo, la consciencia, ética y raciocinio humano deben de ir de la mano con la tecnología, un algoritmo va a poder sintetizar una basta cantidad de teoría y datos en segundos, dar inmediatez y reducir costes, por suerte la sanidad no se basa tan solo en datos sino también en personas, escuchar, consolar, ayudar. Los beneficios de la IA a largo plazo están mas que claros, el futuro es prometedor en sanidad pero insisto ¿Debemos estar monitorizados 24 horas la día por el futuro de nuestra salud? ¿Cuanto dinero valen nuestros datos personales? ¿Esto nos hará gozar de mayor salud o ser mas vulnerables?
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