El tiempo
siguió su caprichoso camino sin detenerse, avanzando impasible con su iniquidad
habitual, con cada clase fuiste acostumbrándote más y más a mis torpezas, nos
fuimos acostumbrando el uno al otro, trasformabas mi aburrimiento y mi tiempo
en diversión y alegría, me lo pasaba muy bien a tu lado, simplemente era feliz
sin mas y no estaba acostumbrado a serlo por eso me encontraba tan a gusto a tu
lado. Primero tu presencia solo me motivaba para ir a clase, poco a poco
comenzaste a ser mi motivación en el día a día, de repente de un estado de
pasotismo y desmotivación total pasé a ser una persona con ganas de superarme,
por alguna razón que por aquel entonces no conseguía entender sentía la
necesidad hacer cosas, superarme, volver a tener objetivos en la vida.
Ya a estas
alturas de curso había cambiado bastante, no me daba cuenta pero en verdad había
cambiado, mis notas habían mejorado, era una persona mas responsable he
implicada, tenia mas ganas y actitud, en definitiva, era mejor, muy dentro de mi
en verdad lo único que me importaba era que llegara la tarde para poder esperar
en el pasillo de ese centro vacío y frio hasta que tu llegases, mi ignorancia
sobre economía seguía siendo la misma (y a día de hoy nada ha cambiado) se que
el euro es una moneda y poco más, no mi importaba absolutamente nada ser un inútil
o un ignorante en esa clase, solo iba para compartir momentos contigo que era
la única y verdadera ilusión de mi vida en ese instante. Esperaba nervioso en
la puerta hasta que llegabas, si no venias me daba la vuelta y me iba a mi
casa, no tenia la necesidad de pasar por ese clavario de clase si no estabas tú,
nada tenia sentido, tú le dabas sentido a todo, el tiempo dejaba de correr a
una velocidad abismal para convertirse en infinito, solo me quedaba algunos días
en clase cuando tú no podías acudir por X motivo y me pedias que te recogiera
ejercicios o algún apunte, pues ya existía entre nosotros la suficiente
confianza para ir contándonos poco a poco cosas y ser mas confidentes el uno
con el otro pero mas que nada como una buena amistad no como una relación incipiente,
en esos casos me tragaba mi orgullo y mis posturitas de chico borde y pasota y
entraba en esa clase insufrible para soportar todos y cada uno de los minutos
de la misma que caían como losas de aburrimiento sobre mi cabeza, eran sin duda
los momentos mas insoportables y soporíferos de mi vida, no solo porque no entendía
nada ni tenía interés por entender, sino sobre todo, porque estar allí sin ti hacia
que te echara muchísimo de menos, pero lo hacía por ti y ese simple hecho me
llenaba de ilusión, el saber que me mirarías a los ojos con tu mirada tierna cálida
y cristalina y me darías las gracias con una amplia sonrisa cargada de timidez
y ternura hacia que estar allí sin saber ni entender nada mereciera la pena,
todos y cada uno de los segundos perdidos en ese aula valían la pena por y para
ti si eso me permitía escuchar tu voz y compartir un momento contigo por
pequeño, banal y efímero que fuese, tu figura y lo que sentía por ti se hacia
cada vez más y más grande y parecía que solo era consciente cuando no estabas,
pues tenía la sensación de que te perdía, contigo todo era distinto, feliz,
alegre, dinámico, rápido, parecía que el tiempo volaba entre la alegría y la
risa de tu voz, sin ti estaba aburrido, perdido, triste, ya existía entre
nosotros algo de dialogo, no era como al principio, habíamos construido algo de
amistad más allá de esas cuatro paredes, no eran todo palabras vacías, al
principio no estabas y no entendía que pasaba, me sentía raro, ahora no estabas
y te echaba de menos, era consciente de ello, y cuanto más de menos te echaba
mas se despertaban sentimientos encontrados en mi y estos sentimientos
despertaban mas la necesidad de verte y mas te echaba de menos y así sucesivamente
creando un circulo vicioso donde el único sentido y remedio eras tú, Solo me
reconfortaba saber que en un par de días te volvería a ver y podría, durante un
corto periodo de tiempo, ser feliz de nuevo.
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